Poesìa surrealista
Los àngeles colegiales
Ninguno comprendìamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por què la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando miràbamos.
Sòlo sabìamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pàjaros.
Ninguno comprendìamos nada:
ni porquè nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sòlo sabìamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmètica.
Los àngeles muertos
Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerìas olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
Porque yo los he visto:
En esos escombros momentàneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca màs allà de las chimeneas que se derrumban
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
En todo esto.
Mas en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfrìan en las paredes.
Buscad,buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodandoel polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonda al borde de un precipicio.
Rafael Alberti.
Unos cuerpos son como flores
Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
seràn quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.
Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un dìa la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.
Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambiciòn o a una nube,
sin que ninguno comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.
Luis Cernuda.
Mi corazòn perdido
En su cuerpo de espuma nacìan las espigas
que en ràfagas de viento llenan con sus tumores
mi corazòn perdido en el mar de su lengua
mi corazòn hallado en medio del desierto
por cadenas de voces en oasis de sangre.
Mi corazòn perdido busca entre sus encajes
la llama que devore las ansias de su sombra
y las nieves que bajen de las altas montañas.
Josè Marìa Hinojosa.
Poesìa española de vanguardia(1918-1936)
Editorial Castalia S.A., Madrid,1995.
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