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Malos de pelìcula

Malos de pelìcula

 

 

 

 

Malos de película
¿Quién no ha tenido pesadillas con Freddy Krueger haciéndose la manicure con los cuchillos de la cocina? y ¿quién no se ha imaginado alguna vez a Norman Bates, de Psicosis, alzando un cuchillo al otro lado de la cortina de la ducha?

Por Gemma Gil

El panteón de villanos de película cuenta con una nutrida representación de ilustres. El primero es el único e inigualable Darth Vader, de la Guerra de las Galaxias. Su capa negra y su espada láser son al uniforme del antihéroe como el traje sastre a una colección de Chanel. Seducido por el lado oscuro de la fuerza, su respiración agónica lleva poniendo los pelos de punta a varias generaciones de espectadores desde 1977. El despiadado Vader, capaz de intentar aniquilar a su propia progenie, opacaba con su presencia al joven Luke Skywalker, héroe del western galáctico ideado por George Lucas.

Pero si hay un perverso que se gane por goleada la predilección del público ese es Hannibal Lecter, más conocido entre los círculos policiales de Nueva York como Hannibal el caníbal. Interpretado por Anthony Hopkins, el malvado de El silencio de los Inocentes tenía tal habilidad para exasperar a la gente, que sus vecinos de celda eran capaces de suicidarse tragándose su propia lengua antes que seguir escuchándole, que ya es decir. La perversidad refinada de Hannibal encontró eco en dos nuevas películas. Ninguna de ellas consiguió el éxito en taquilla del primer largometraje, no obstante, las secuelas dejaron otra escena para el imaginario colectivo: ¿quién no se ha preguntado si realmente es posible que alguien se coma tu cerebro mientras todavía estás consciente?

Y si hablamos de mentes retorcidas nadie como Norman Bates, que se dedicaba a apuñalar mujeres vestido como su madre. Solo con ver los exteriores de la casa de Psicosis, el espectador ya sabía que ahí no podía ocurrir nada bueno. Anthony Perkins encarnó, con su apariencia de yerno adorable, a uno de los antihéroes más famosos de la obra de Alfred Hitchcock. Lo más inquietante es que el personaje estaba inspirado en Ed Gein, uno de los asesinos más famosos de Estados Unidos. Gein que, además de homicida era caníbal, mató y se comió a cuatro mujeres entre 1954 y 1957.

Alfred Hitchcock, maestro a la hora de retratar malos memorables, decía que el peso de las películas debía recaer sobre los villanos. Una filosofía que fue seguida al pie de la letra por Stanley Kubrick en The Shining. La mirada de Jack Nicholson en la piel de escritor poseído era suficiente para alterar los nervios del espectador más templado. Y eso, por no referirnos a ese par de gemelas de ultratumba que se empeñaban en aparecer por los pasillos del hotel para preguntar al patojo aquello de “¿quieres jugar conmigo?”. Menos mal que el niño tenía poderes paranormales.

Aunque para superpoderes los de Saruman en la trilogía de El Señor de los Anillos. El mago, interpretado por Christopher Lee, estaba envenenado por el poder maléfico del Señor de Mordor y, al contrario que todos los hombres solteros, no escatimaba en recursos para ponerse en el dedo el Anillo Único.

Y es que en el género de ciencia ficción el peso específico de los malvados no tiene parangón: Alien, Depredador, Godzilla. Casi todos con un aspecto repugnante como denominador común.

No obstante, en cuestiones de villanía no todo tiene por qué ser gris o inmundo, si no, baste con recordar al vividor de Lex Luthor, ese malísimo dispuesto a borrar California del mapa si Superman no lo remedia a tiempo.

Hasta ahora sólo hemos hablado de perfiles malignos en género masculino, pero de féminas perversas el mundo del cine está lleno. Mención especial merece el papel de Glenn Close como Cruella de Vil en 101 dálmatas. El personaje lo tiene todo, cara de bruja, voz estridente y un propósito tan malévolo como estúpido: despellejar a 101 cachorros para hacerse un abrigo.

¿Y qué decir de la Bruja del Oeste del Mago de Oz?, ¿O de Annie Wilkes, esa julieta de Misery dispuesta a descuartizar a su amado antes que poner fin a sus fantasías?
De carne y hueso o de ficción, histriónicos o apacibles, humanos o zoomorfos, cuando se trata de dar rostro a la maldad, el cine no escatima recursos. Son la salsa de las películas, los personajes que siempre recordamos. Y además, si no fuera por la perversidad de losmalvados qué aburridos serían los héroes.

Tomado de Revista D en www.prensalibre..com.

Nùmero 34, 27 de febrero de 2005

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