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Los prisioneros

Una mañana los prisioneros salieron al  patio a trabajar: el guardiàn estaba ausente. Unos se entregaron inmediatamente al trabajo como, era su costumbre , pero otros permanecieron sin hacer nada, lanzando en torno miradas provocativas . Entonces uno saliò de las filas y dijo en voz  alta:"Trabajad tanto como queràis o no hagàis nada; es completamente indiferente. Vuestras secretas maquinaciones han sido todas descubiertas y el guardiàn de la prisiòn os ha sorprendido y va  pronto a pronunciar sobre vuestras cabezas su juicio terrible. Como sabèis, es duro y rencoroso. Pero estad atentos a lo que voy a deciros: hasta hoy no me habiàis conocido aùn; yo no soy el que creèis. Soy hijo del guradiàn de esta prisiòn y puedo conseguirlo todo de èl. Puedo salvaros y quiero salvaros. Pero debo advertiros que sòlo salvarè a aquellos de vosotros que crean que soy el hijo del guardiàn de la prisiòn. Los que no  me crean  que recogan el fruto de su incredulidad". "¡Bien!- dijo despuès de un momento de silencio uno  de los prisioneros màs maduros-; ¿què importancia tiene para tì que te creamos o no? ¡Si eres verdaderamente el hijo y puedes hacer lo que dices, intercede en nuestro favor y haràs de veras una buena obra! ¡Pero guàrdate esas tonterìas de fe y de incredulidad!" "¡No quiero creerte!- interrumpiò un joven-. Todo esto son chifladuras! Apuesto  a que dentro de ocho dìas estaremos aùn aquì, en la misma situaciòn que hoy, y que el guardiàn no sabe nada ". "Y dado el caso de que sea verdad lo que dices, no sabe nada ya- exclamò el ùltimo de los prisioneros, que acababa de descender al patio-: nuestro guardiàn ha muerto de repente". "¡Bravo!- exclamaron a la vez casi todos los prisioneros-. ¡Bravo! ¡Eh, señor hijo! ¿Y  la herencia? ¿somos quizà ahora prisioneros tuyos?" "Ya os lo he dicho- respondiò dulcemente el burlado-; darè libertad al que tenga fe en mì, y lo afirmo con tanta convicciòn como que mi padre es aùn vivo" Y los prisioneros ya no rieron y alzaron las espaldas y le dejaron en el patio.

 

Federico Niesztche.

El viajero y su sombra

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