Desayuno en Tiffany's
Seguìa abrazando al gato.
-¡Pobre infeliz!- exclamò, dandole palmaditas en la cabeza-. ¡Pobre infeliz sin nombre! Resulta un inconveniente eso de que no tenga nombre. Pero no tengo derecho a darle ninguno: tendrà que esperar hasta que "pertenezca" a alguien. Nosotros nos aceptamos en cierta manera, un dìa junto al rìo, pero no nos pertenecemos: èl es independiente y yo tambièn. No quiero poseer nada hasta que sepa que he encontrado el lugar que me corresponde y donde las cosas me correspondan. Todavìa no sè con certeza donde està tal lugar.Pero sè còmo es. -Sonriò y dejò caer el gato al suelo-. Es como Tiffany's- dijo-. Las joyas me importan un comino. Los diamantes, no. Pero resulta muy afectado lucir diamantes sin haber cumplido los cuarenta años; y aùn asì es muy arriesgado. Sòlo sientan verdaderamente bien a las viejas. Marìa Ouspenskaya. Pero no es por eso que estoy loca de ganas de ir a Tiffany's. Oye, ¿sabes tù lo que son las horas negras?
-¿Es lo mismo que la morriña?
-No - contestò lentamente-. No, lamorriña viene cuando uno engorda o quizà llueve demasiado. Uno està triste, eso es todo. Pero las horas negras son horribles. Uno està asustado y suda como un demonio, pero no sabe de què tiene miedo. Sòlo tiene el presentimiento de que algo malo va a suceder, pero no sabe lo que es. ¿has sentido eso alguna vez?
-Muy a menudo. Algunos lo llaman angst.
-Muy bien. Angst. ¿Què haces en ese caso?
-Pue, un buen trago lo alivia a uno.
-Lo he probado. He probado la aspirina, tambièn. Rusty opina que debiera fumar marihuana, y lo hice durante algùn tiempo, pero sòlo me hace reìr sin motivo. El mejor remedio que he encontrado es tomar un taxi e ir a Tiffany's. El soberbio aspecto de aquello y la tranquilidad que se respira allì adentro me calamn completamente; allì no puede sucederle a una nada malo, con aquellos hombres tan amables y tan bien trajeados, y aquel delicioso aroma de plata y carteras de piel de cocodrilo. Si pudiera encontrar un sitio para vivir tan confortable como Tiffany's comprarìa algunos muebles y le darìa un nombre al gato...
Truman Capote
Desayuno en Tiffany's
-¡Pobre infeliz!- exclamò, dandole palmaditas en la cabeza-. ¡Pobre infeliz sin nombre! Resulta un inconveniente eso de que no tenga nombre. Pero no tengo derecho a darle ninguno: tendrà que esperar hasta que "pertenezca" a alguien. Nosotros nos aceptamos en cierta manera, un dìa junto al rìo, pero no nos pertenecemos: èl es independiente y yo tambièn. No quiero poseer nada hasta que sepa que he encontrado el lugar que me corresponde y donde las cosas me correspondan. Todavìa no sè con certeza donde està tal lugar.Pero sè còmo es. -Sonriò y dejò caer el gato al suelo-. Es como Tiffany's- dijo-. Las joyas me importan un comino. Los diamantes, no. Pero resulta muy afectado lucir diamantes sin haber cumplido los cuarenta años; y aùn asì es muy arriesgado. Sòlo sientan verdaderamente bien a las viejas. Marìa Ouspenskaya. Pero no es por eso que estoy loca de ganas de ir a Tiffany's. Oye, ¿sabes tù lo que son las horas negras?
-¿Es lo mismo que la morriña?
-No - contestò lentamente-. No, lamorriña viene cuando uno engorda o quizà llueve demasiado. Uno està triste, eso es todo. Pero las horas negras son horribles. Uno està asustado y suda como un demonio, pero no sabe de què tiene miedo. Sòlo tiene el presentimiento de que algo malo va a suceder, pero no sabe lo que es. ¿has sentido eso alguna vez?
-Muy a menudo. Algunos lo llaman angst.
-Muy bien. Angst. ¿Què haces en ese caso?
-Pue, un buen trago lo alivia a uno.
-Lo he probado. He probado la aspirina, tambièn. Rusty opina que debiera fumar marihuana, y lo hice durante algùn tiempo, pero sòlo me hace reìr sin motivo. El mejor remedio que he encontrado es tomar un taxi e ir a Tiffany's. El soberbio aspecto de aquello y la tranquilidad que se respira allì adentro me calamn completamente; allì no puede sucederle a una nada malo, con aquellos hombres tan amables y tan bien trajeados, y aquel delicioso aroma de plata y carteras de piel de cocodrilo. Si pudiera encontrar un sitio para vivir tan confortable como Tiffany's comprarìa algunos muebles y le darìa un nombre al gato...
Truman Capote
Desayuno en Tiffany's
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