La tembladera o el delirium tremens de Dios
La bochornosa, delirante noche telescopiada dentro del fétido dia: el día dentro de la noche: se dio cuenta de que era el crepusculo, aunque lo había confundido con la madrugada. Alguien estaba sentado en su cama y le tomaba el pulso con la mano (...)
-Desde luego que tenemos la tembladera-dijo.
-La tembladera, sí- El cuerpo le temblaba de tal manera, después de la sorpresa inicial, que le impedía hablar-. Bueno, y ¿que tengo? -trató de incorporarse, apoyandose en el codo que, temblandole también, no lo aguantó, se volvió a hundir y cayó de espaldas con un gruñido.
-Es el alcohol... Y quizás otras cosas. A juzgar por sus comentarios de los últimos días, yo diría que está tan mal como usted mismo sospecha. (...)
Con la mirada fija en el río, su angustia era como un gran ojo sin párpado.
Caía la oscuridad; por entre la bruma desvaneciente, las estrellas comenzaban a salir. (...) Al ocupar sus puestos, las estrellas eran llagas que se abrían en su ser, multiples duplicaciones de aquella angustia, de aquel ojo. Las constelaciones podrían haber sido monstruosidades en el delirium de Dios. El desastre parecía embarrado sobre la totalidad del universo. Era como si estuviera viviendo en la preexistencia de alguna catástrofe inimaginable...
Malcom Lowry
Piedra infernal.
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