Poemas de Giovanni Qussep
Depuès serà el vacìo. Soñemos el minuto de estas flores para que el tiempo sea como un agua balsàmica y perpetua. No abramos nuestra casa al polvo que nos dice lo que fuimos; màs bien con una historia retornemos al patio y los ciruelos. Si alcanzamos su fruto nunca tendremos sed, y en este huerto volverà la araucaria a tejer con sus hojas un aire de diamante. No hay nada como ser lo que siempre han soñado los que a la luz del cielo descubren nuestro aire màs profundo. No calles, que despuès serà el vacìo, su nada canta ahora que los dioses te han dado aquel verano que alguien pedìa en su dolor, y espera. Càntico de las dos rosas No digas nada, escucha a las estrellas. Tal vez te digan algo de la rosa que hay en tu jardìn y la rosa del tiempo -la que està viva o muerta- en la arena que arde. La rosa que hay en tu jardìn es bella, no la amarga hechicera que te llama desde tu nacimiento, rosa oscura que te alumbra el final y las orillas del Aqueronte. No hables, estàs solo con tu nada indecible, siempre lejos del azul màs profundo. Mira pues si el agua va a una isla donde crecen rosas ya sin ventura o venturosas; y escribe y canta. Y oye a las estrellas que hablan desde una pàgina perdida. Patio de niños La luz viene del aire en las alas de un pàjaro. No dispares tu honda: vendrìa la noche eterna, fin de mundo, -comienzo para siempre- de la mortal, celeste llamarada. Las uvas tristes. Feliz tù que no miras los ojos de la Esfinge, y no ves si es azul el laberinto de su arena. Terrible conocimiento de una vida amarga la que nos dan los ùltimos jardìnes. Feliz tù que no sabes quien teje las ilusiones de tus tapices, ni quien es la hilandera de tus dìas: vendimiadora de las uvas tristes. Cantas tu himno, ebrio de esperanza, y no sabes si mueres o si vives. Giovanni Quessep. Brasa Lunar, Editorial Universidad de Antioquia, Medellìn, 2004.
Despuès serà el vacìo.
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