El hombre aproximativo
Las campanas suenan sin razòn y nosotros tambièn
los ojos de las frutas nos miran atentamente
y todas nuestras acciones son controladas no hay nada oculto
el agua del rìo ha lavado tanto su cama
transporta a los dos hijos de las miradas que han arrastrado
atraìdo a los dèbiles unidos a las tentaciones agotado de extàsis
abierto al fondo de las viejas variantes
y desatadas las frentes de las làgrimas prisioneras
las frentes sujetas a los cotidianos ahogos
las miradas que agarran con manos desechadas
el claro producto del dìa o la ensombrecida apariciòn
que dan la cuidadosa riqueza del sonreìr
Fragmento
Tristàn Tzara
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