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Cuentos cortos de Augusto Monterroso

Cuentos cortos de Augusto Monterroso

Caballo imaginando a Dios

A pesar de lo que digan, la idea de un cielo habitado por Caballos y presidido por un Dios con figura equina repugna al buen gusto y a la lógica más elemental, razonaba los otros días el Caballo.

Todo el mundo sabe –continuaba en su razonamiento- que si los caballos fuéramos capaces de imaginar a Dios lo imaginaríamos en forma de jinete.

 

La fe y las montañas

Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenio.

Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de hacer mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior, cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.

La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio.

Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de Fe.

 

La Tortuga y Aquiles

Por fin, según el cable, la semana pasada la Tortuga llegó a la meta.

En rueda de prensa declaró modestamente que siempre temió perder, pues su contrincante le pisó todo el tiempo los talones.

En efecto, una diezmiltrillonésima de segundo después, como una flecha y maldiciendo a Zenón de Elea, llegó Aquiles.

 

Augusto Monterroso.

 

 (El dibujo es mío, un primer intento con paint)

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