Tao Qian.
Cuerpo, sombra y espìritu.
Cuerpo dice a Sombra:
Cielo y Tierra duran eternamente; montes y rìos no cambian nuncq.
Los àrboles y la hierba, en la rueda constante,
florecen y mueren, entre rocìo y escarcha.
El hombre, por tener màs alma y saber,
¿escaparìa a esa ley?
un momento aparece por azar en la tierra,
y de repente se va para no volver.
¿Còmo sabrà si le añoran los amigos?
Sòlo duran las cosas que usè:
sus amigos las miran y lloran.
No tengo magia contra esa mutaciòn.
Oye mi consejo: acepta el vino que te ofrezco.
Sombra contesta a cuerpo:
No cabe conservar la vida:
son locura los ahogos de inmortalidad.
Querrìa andar por el Paraìso;
pero està lejos: no hay camino.
Desde que me unì a ti
hemos compartido penas y alegrìas.
Al anochecer te dejo por poco tiempo,
y de dìa siempre estamos juntos.
Pero ese "siempre" se acabarà:
nos llegarà el fin.
Me atormenta la idea.
Quien derrama bondad es alabado:çasì, ¿por què no ser bueno?
El vino ahoga las penas;
pero ¿què es al lado de la fama?
El Espìritu decide;
el Dios no hace sino mover:
diez mil cosas se producen solas.
El hombre, entre cielo y tierra,
¿no le debe su ser?
Tù y yo somos diversos
unidos estamos uno a otro,
compartimos el bien y el mal.
¿Por què no hablamos?
¿Donde estàn los tres sabios emperadores?
Peng viviò mucho pero hubo de partir.
El joven y el viejo iguales para la muerte:
no hay diferencia entre el tonto y el sabio.
El vino da olvido,
pero, ¿no adelanta la vejez?
Si te gusta hacer el bien,
¿habrà luego quien te lo alabe?
Me aburro de pensar en serio.
Mejor confiar la vida al destino
si te entregas ala corriente sin orillas,
no hay alegrìa ni miedo.
Si llega la hora, has de marchar:
¿para què preocuparte?
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