Piedra infernal
Necesitaba un trago desesperadamente. No sabía si tenía los ojos abiertos o cerrados. Horrendas sombras surgían desde el vacío, farfullando, frotándo su encrespada superficie contra su rostro, y él era incapaz de moverse. Algo se había metido debajo de su cama también, un oso que hacía intentos por levantarse. Voces, toda una prosopopeya de voces, murmuraban en su oídos, se retiraban, murmuraban de nuevo, cacareaban, chillaban, engatusaban; voces que le suplicaban que dejara de beber, que se muriera d euna vez por todas con la maldición encima. Abrumadoras, terribles sombras se acercaban, eran arrebatadas.
Una catarata de agua se colaba por la pared y llenaba la habitación. Una mano roja gesticulaba, aguijoneandolo sobre la denostada ladera d euna montaña, un suave arroyo llevaba cuerpos sinpiernas que gritaban desde enormes concavidades oculares, llenas d edientes rotos. La música ascendía hasta el chillido, y se serenaba. Sobre una revuelta cama manchada de sangre, en una casa cuya fachada había sido dinamitada, un grave escorpión violaba solemnemente a una negra manca.
Malcolm Lowry
Piedra infernal.
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