Islanada
Una cama de hierro
Tirado en una cama de hierro, dura, sin fe en nada, comencè a reclamar para mì un vèrtigo alocado, una irresponsabilidad sin lìmites, un pensamiento libertino y sin compromisos que diera la medida de mi existencia inùtil y sin porvenir, y un herìsmo negro que fuera el recuerdo de mi perdiciòn como ùnica forma de trascender, de vivir y salvarme.
Irresponsabilidad
La irresponsabilidad es el reflector que alumbra mi camino. No hay camino. ¿Què hay? Nada.
Señor, entreabre tu ventanilla y escùchanos, henos aquì, en Islanada, recièn llegados de Colombia, siete desadaptados dispuestos a rendirte el homenaje de nuestra fe pulverizada. Traslada a esta islita azul tu reino y sè tù tambièn, a nuestro lado, de este mundo. De què le sirve a Dios crear el mundo, si pierde al hombre? Porque somos màs puros, Señor, que el sacerdote que se lava las manos en el agua para bendecirla, que los comerciantes que acaparan la sal de la tierra, que los mercaderes que comercian con la luz del mundo...
(...) Cuando quememos los bluyines, nuestra desnudez serà el hallazgo de la pureza.
(...) No me pregunten por què vinimos a vivir a esta isla perdida. Tal vez como protesta por el genocidio cometido en la aldea donde vivìa Birguita porque recordemos que los òrganos genitales de los hombres muertos a mansalva fueron arrancados a navaja y colocados como trofeos en las bocas sangrantes de las mujeres, tambièn asesinadas.
(...) Quizàs nos vinimos porque las estrellas del cielo estaban siendo sustituidas por terribles signos anunciadores de guerras atòmicas y aniquilamientos terrestres, o porque queriendo legitimar una vez màs el sentimiento de que el hombre es la pasiòn y el centro del universo, deseamos consagrar nuestras vidas en esta isla para rendirnos una adoraciòn limitante con la idolatrìa.
Islanada.
Elmo Valencia.
Editorial Big Bang, Santa Fe de Bogotà, 1996.
La ilustración es mía.
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