Henry Miller
Libertad: ¡El beneficio de la libertad! ¿Tenemos que esperara siempre hasta que seamos dignos de ella antes de recibirla? ¿O es la libertad algo que hay que arrancar a quienes la niegan tiránicamente? ¿Hay alguien lo bastante grande, lo bastante sabio para que pueda decir durante cuánto tiempo un hombre tiene que seguir siendo un esclavo?
Educación: Sólo hay una clase de educación: la que os lleva a afirmar y mantener vuestra propia libertad.
Idealista: Un idealista es una persona que desea hacer girar las ruedas de la vida hacia atrás. Recuerda muy bien lo que le daban; no piensa en lo que él podía dar. Él mismo se agría imperceptiblemente, pero el proceso comienza virtualmente en el momento en que uno piensa en función de “el mundo”.
Camino: El camino de los barcos, y de los hombres en general, es un camino de zigzag. El borracho se mueve describiendo curvas, como los planetas. Pero el hombre que no tiene una meta se mueve en un tiempo y un espacio continuo que es únicamente suyo y en el que Dios está siempre presente.
La existencia de Dios: La razón solamente nos informa que para que exista un problema tiene que existir algo real que lo origine. No nos corresponde a nosotros resolver si existe o no Dios; corresponde a Dios decir si existimos o no nosotros.
El fin de Dios: Sabemos que nada se puede esperar en el actual plano mundial. El fin del hombre histórico se acerca. El futuro lo será en función de eternidad, y de libertad, y de amor. (…) En vez del mito y de la fábula tendremos una realidad eterna. Todo lo que ahora pasa por ciencia desaparecerá; no será necesario buscar la clave de la realidad porque todo será real y duradero.
Verdaderos revolucionarios: Somos los verdaderos revolucionarios, puesto que no bautizamos con la sangre ajena, sino con nuestra propia sangre, libremente derramada.
La costumbre de inquirir: Como se sabe, la costumbre de inquirir todo lleva a hacerse sabio o escéptico. También lleva a la locura. Su verdadera virtud, no obstante, consiste en lo que hace a uno pensar por su cuenta, lo hace a uno volver a la fuente.
Las preguntas debidas: Los años de instrucción elemental destruyeron el arte. Como chimpancés, aprendimos a hacer únicamente las preguntas debidas, las que podían contestar los maestros.
Solución de la vida: Si la solución de la vida es vivirla, entonces vivamos, ¡vivamos más abundantemente! Los maestros de la vida no se encuentran n lo libros. No son figuras históricas. Están situados en la eternidad, y nos exhortan incesantemente a unirnos con ellos en la eternidad.
Sufrimiento: El sufrimiento es innecesario. Pero uno tiene que sufrir antes de que sea capaz de comprender que es así. Además, sólo entonces se hace claro el verdadero significado del sufrimiento humano. En el último momento de desesperación, ¡cuando uno ya no puede seguir sufriendo!, sucede algo que tiene la naturaleza de un milagro. La gran herida abierta por la que se derramaba la sangre de la vida se cierra y el organismo florece como una rosa. (…) Al árbol de la vida lo mantienen vivo no las lágrimas, sino el conocimiento de que la libertad es real y eterna.
Henry Miller.
La crucifixión rosada. Plexus 2. Santiago Rueda-Editor, Buenos Aires, 1965.
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