Autofago
Mi propia voz
a veces me estrangula,
mi propia mano
me hiere en ocasiones,
mi propio corazòn
algunas veces parece delatarme...
09-03-07
***
El nùmero de mis pasos
devorados
por el aliento oscuro
de un animal de presa
que me sigue...
10-03-07
1 comentario
Fernando -
curiosidades que le dicen
Ya de bebe era complicado, gritaba muy fuerte en la cuna y cuando la madre corría a calmar su llanto, lo descubría sentado en un grito sin lágrimas, con los ojos impávidos y fijos en la puerta.
Angustiada no supo que hacer con este hijo que tuvo una dentición temprana y no succionaba la teta, clavaba los dientecillos en los pezones con fuerza notable para su tierna edad.
Cuando empezó a gatear se sumó un problema, el nene comía cuanta cosa podía rasgar de las paredes, deglutía cascaritas de pintura vieja o puñaditos de revoque arrancado a fuerza de paciencia; como si esto fuera poco, la madre observo que el nene luego de hacer dáctilo pintura con la caca, engullía con fruición las obras plásticas impregnadas en los muebles de su pieza.
En la consulta con el pediatra, este dijo: _ coprofagía _ habitual en perros y gatos_
La respuesta no la satisfizo y pregunto que podía hacer a un veterinario amigo, luego de lo cual tomó la decisión de atarle las manos con un pañal cuando lo sorprendía en plena tarea.
Superada esta etapa, ya en el colegio primario, era notable la tenacidad y fuerza que usaba para comerse las uñas aunque parecieran que no le bastaban las mismas y empezó a incluir esos retazos de piel que se muestran flojos alrededor de las uñas.
Lo distintivo en él ,era que al revés del común de las personas, no escupía a un lado el fruto de sus mordidas, sino que se las tragaba con algún esfuerzo y ayuda de un vaso de agua de ser necesario.
Tal vez fue ese el momento en que empezó a manifestarse una compulsión, un impulso interno, una especie de vértigo que lo impelía a conductas cada vez más especiales.
En la preadolescencia tomo su cuerpo como hoja de dibujo, las palmas y el dorso de las manos, pies muslos y antebrazos, todo cuanto estuviera a su alcance esta dibujado de rayas y círculos.
No era una tarea paciente y concienzuda, lo hacía con una velocidad casi feroz las biromes recorrían la piel de una punta a la otra rayando una y otra vez en vueltas interminables.
En ese tiempo empezó también a conocerse, es decir explorar sus sentidos por lo que se masturbaba en forma compulsiva en cuanta ocasión le venía en ganas y era a cada rato por cierto.
La práctica de estas manualidades no tendría que haber tenido mayor inconveniente sino fuera que, cuando estaba abstraído, no se detenía en verificar si había alguien en rededor.
Es así que en cierta ocasión, viajando en colectivo, se pudo escuchar a una compañera de asiento gritar como posesa _ Carmen Carmen, hay un pendejo pajero al lado mío meta matar el gato, y me va a salpicar en cualquier momento_
Tras las patadas que cosechó en ese tiempo llevó sus ganas al ámbito privado y una nueva costumbre invadió su piel.
Tatuajes de águilas, tigres, palomas, cruces célticas, puñales y nombres de mujer poblaban el universo visible, aunque escondido debajo de los pelos del sobaco, habitaba un Juan, recuerdo de una experiencia homosexual, que quizás hubiese podido encauzar su libido en otra dirección y siempre en tren de hipótesis su destino hubiese sido otro.
Su peinado variaba, de rastas a una bocha afeitada al ras sin dejar siquiera una trenza.
A poco andar su cuerpo estaba atravesado por distintos piercings, es así que tenía las orejas, nariz, labios, ombligo, glande y escroto portadores de adornos metálicos.
Un día se hizo tallar los dientes.
A lo caníbal se los talló.Diez triángulos amarillentos detrás de la sonrisa y los piercings labiales.
Hasta ahí todo normal digamos.
Puede que haya sido el momento en que empezaron los problemas.
El tema de la comida de las uñas persistía y quizás sus dientes afilados, al cortar algo más que piel le despertaran el hambre y fue así que en plena compulsión, una madrugada de insomnio feroz , perseguido por el viento de la locura se amputó el dedo meñique del pie izquierdo.
Lo cocinó a la cerveza negra junto con unos codillos de cerdo comprados al efecto.
De ahí en mas entró en franco deterioro, alguien lo vio rengueando, le faltaban casi todos los dedos de los pies, y las manos contaban con tres dedos menos, de sus orejas solo quedaban unos recortes.
Dijo que no se había cortado mas dedos de la mano porque en ese caso no podría practicar el cinco contra uno con la intensidad debida.
Había vuelto a la coprofagía primigenia y agregado la costumbre Gandhiana de beber su propia orina.
La ansiedad no se licuaba con nada, los ansiolíticos eran como chicles y los remedios que le habían recetado pareciera que rebotaban en su organismo,lo cierto que más que impulsos eran mareas de gravedad terrestre, tormentas emocionales indómitas que tenían a su cuerpo como objeto de un lado al otro,casi un trompo loco.
Un psicólogo que se atrevió a tratarlo un tiempo, opinaba que esa corrida permanente, esa mezcla de asfixia y ahogo, ese huracán emocional no tenía explicación coherente alguna.
Una sola actividad otorgaba alguna pausa a su manía.
Cocinaba con paciencia y probaba diversos platos con recetas exóticas ,para sí solo por cierto, porque había perdido a todos sus amigos y su familia lo ignoraba.
Alucinando, deambulaba mascullando voces ;fue así que ,en el colmo del delirio, cortó sus testículos y preparó con ellos unas papas aderezadas con tomillo, cúrcuma, jengibre y vino blanco.
Desde entonces no se lo pudo ver en los lugares que solía frecuentar, se esfumo digamos.
Algunos dijeron:_ sin el contrapeso se fue pa'arriba _
La madre enterada del corte y su posterior desaparicion ,solo atinó a decir:
Al menos no me va a dar nietos