Citadinas
El censor y el recaudador de impuestos, transmutados en un gris supervisor y un obrero de la compañia de gas, tocaron a mi puerta para hacerme patente mi derrota.
No salì a la calle, para no ver las miradas soslayadas de los vecinos que comentaban mi caìda...
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La soledad y yo nos entendemos. Hemos tenido tiempo para conocernos, para cultivar esa intimidad que no precisa palabras.
Ella me sugiere libros y canciones. Yo la llevo a caminar o le compro una cerveza...
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La esfinge ya no devora peregrinos.
Se queda en casa, en chancletas y ve televisiòn.
Tras años de hacer las mismas preguntas, tras siglos de devorar peregrinos, la vieja esfinge fue desalojada.
En su encrucijada, erigieron una casilla de peaje, administrada por una empresa privada...
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Hoy salì a la calle, recorrì vitrinas, tropecè transeùntes distraìdos, compre una bolsa con agua.
Tuve que esquivar carros, motos y a todos mis conocidos para no tener que dar explicaciones, para no verme obligado a justificar mi derrota y mi ostracismo...
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Una vez màs
solo e invisible
en la ciudad.
Una vez màs
los pasos perdidos
en la ciudad.
Una vez màs
el corazòn deshojado
en la ciudad.
Una vez màs
una y otra vez
en la ciudad...
22-03-06
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