Hola soledad
Bienvenida, vieja amiga, te creì ausente y aquì estabas escondida, confundida conmigo;
bienvenida, ahora que te veo, bienvenida a tu màs propia casa, al latido de mi sangre,
a ti te acojo en el tiempo largo del poema, en el suave sueño, en el hormigueo de mi mano izquierda,
bàñate conmigo, una ducha caliente que golpee la espalda,
-ah, desnudos sì que tù y yo somos uno solo-,
prèstame una de tus camisas blancas de algodòn,
ven, tomemos cafè, sin azùcar: asì lo bebo solamente contigo, amoga, ladilla, sombra,
y fumemos viendo el cambio de color de la montaña, fùndete conmigo para que pueda mirar còmo amanece,
ven càntame una canciòn, aguàntame la risa de gozarte hasta el tuètano , generosa mìa,
llèvame asì , apacible, a este o aquel libro, deja que te lea en voz alta y dime si te aburres,
vuèlvete mùsica, almohada; convierte, maga, tu sustancia en humo, en el umbral de las visiones,
liba conmigo la euforia santa del silencio ,
alucina, muchacha de mi vida, y cuenta tu cuento mientras yo, torpe, tomo tu dictado:
tacha siempre toda espera o esperanza,
que no se siemta el tiempo,
y baila conmigo la danza de la sonrisa en el ojo de la mente
hasta caer, inseparablemente juntos, fulminados.
Darìo Jaramillo Agudelo
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