Star Wars: The Last Jedi
Me considero fan de la primera trilogía de Star Wars, primero por ser películas que disfruté en mi infancia en televisión, por la mitología que contienen, el viaje del héroe perfectamente trazado según los canónes clásicos de la fantasía heroica, la imaginería entre retro y low fi de la tecnología utilizada, nada parece demasiado nuevo, los transportes, las naves, incluso las armas y los lugares se sienten anacrónicos, olvidados en la desidia de planetas arenosos y calurosos, y por supuesto la presencia del epítome del malo de película, la enorme figura oscura y trepidante de Darth Vader.
Alcancé a ver El Imperio Contraataca, cuando en los noventa, repusieron las películas en cine, y fuí uno de los más emocionados cuando se conoció la noticia de que Lucas haría una nueva trilogía.
Y aquí empiezan los peros.
El Episodio Uno, La amenza Fantasma fue una de las mayores decepciones que me haya deparado el cine hollywoodense en toda mi vida; recuerdo que preferí ver Episodio Uno antes que Matrix, y como cinéfilo, considero que fue un error visto en retrospectiva, pues mientras la película de las Wachowski, cuando todavía eran los Wachowski, trascendió a la historia de la ciencia ficción en el cine, la película de Lucas es apenas hoy recordada como producto de marketing, con la figura de Darth Maul.
Con este antecedente, el Episodio Dos ni siquiera me llamó la atención, siendo una de las películas de Star Wars que menos he visto.
Hasta el Episodio Tres, La Venganza de los Sith.
En esta película volvimos a encontrar al Lucas perdido, se dejó de torpezas seudo políticas y se centró en el conflicto del personaje de Anakin y su enfrentamiento final con Obi Wan, del cual resultaría el mayor malo de película de la historia Darth Vader.
La venta de LucasFilm a Disney auguró una vena más comercial a la nueva trilogía. Siguiendo las corrientes del cine hollywoodense actual, muchos efectos especiales y poco seso en el guión: exponer a los personajes a situaciones extremas, una tras otra, no es crear un guión, es simplemente llenar la proyección de macguffins, y lo único de agradecer es que prescindieron de personajes seudo humorísticos como el terrible Jar Jar.
La jugada estaba en rejuvenecer el elenco sin dejar atrás a los míticos personajes, volver a crear una situación que requiriera la aparición de nuevos héroes, y no encontraron nada mejor que una nueva tiranía que precisara otra vez de una Resistencia, y apabullarnos con escenarios y efectos cada cuál más imponente que el anterior.
Los contra, demasiados personajes, muchos de los cuales no tienen el empuje necesario para hacerlos interesantes, demasiadas subtramas, la mayoría inanes y vacías, y un afán por emular la trilogía original.
Y por supuesto, una avalancha de publicidad.
Ver el incio de esta nueva trilogía en cine , me dejó un sabor agridulce, una película más, en espera que la segunda parte mejorara en algo.
Y la decepción continúa.
Los personajes principales siguen sin resultar atractivos, el antagonista no tiene ningún gancho, el enfrentamiento final carece de emoción, las peripecias son tantas que uno olvida qué están buscando los personajes, además de secundarios rídiculos, como Benicio del Toro, con una interpretación horrible y una aparición que no empuja el guión a ningún lado.
Adam Driver sigue interpretando un antagonista vacío, sin motivaciones más allá de la malcriadez de acabar con sus progenitores, y Daisy Ridley aún se ve forzada.
Los huecos en el guión continúan, quién es Snoke, cuál su motivación, un personaje sin sentido, sobre todo después de una muerte tan pendeja.
Disney sólo busca taquilla, al parecer los espectadores actuales solo buscan entretenimiento sin cuestionarse la integridad de la historia que se le está brindando, mitos sin pahtos, superhéroes antes que héroes en el sentido clásico y trágico, todo lo cual queda servido, con creces, pues son películas larguisímas, en esta nueva trilogía y supongo, no he visto Rogue One, en todos los spin-offs que continúan ampliando el universo de Star Wars, arrasando de paso el canon que tan celosamente construyeron los fan en las décadas anteriores.
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