La sociedad perfecta para los intereses de la economía global es que seamos unos muertos andantes
Aute: "La sociedad perfecta para los intereses de la economía global
es que seamos unos muertos andantes"
Miguel A. Ortega Lucas 20/09/2013 - 23:57h
Acaba de cumplir 70 años. Setenta veranos de búsqueda, de preguntas.
Porque lo cierto es que Luis Eduardo Aute (Manila, Filipinas, 1943)
no se considera más que eso, alguien que se hace preguntas: un tenaz
interrogador empeñado en esclarecer de qué va exactamente el juego de
vivir. Por más que las reglas que le han impuesto siempre sus
semejantes no le hayan convencido jamás; y hoy, menos que nunca.
Sin embargo, dice encontrarse en pleno proceso de "pacificación
consigo mismo"; este artesano renacentista que presentó su primera
exposición pictórica a los 16 años y su primer cortometraje –en
Súper-8– a los 17; que desnudó a Marilyn –con una foto de revista,
lápiz y pasta de dientes– a los 10, y que desde su irrupción en la
canción popular, a finales de los 60, no ha hecho sino cultivar un
territorio en el que las intimidades compartidas de varias
generaciones fueron encontrando un refugio común contra el frío. Ésas
que viraron del miedo a la ilusión, y del desencanto al encantamiento
suicida, antes de despertar súbitamente de "la estafa". En su
horizonte más próximo, una gira por América y la posibilidad (en voz
muy baja aún) de repetir aquel legendario concierto con Silvio
Rodríguez, Mano a mano, veinte años después. Pero, en cualquier caso,
con la prioridad –ganada a pulso– de hacer esencialmente lo que le
dé "la real gana".
Quería preguntarle si usted, como artista, ha…
…Un matiz: artistas somos todos.
¿…?
Sí, porque todos nacemos con una capacidad para ser sensibles a una
serie de cosas; lo que pasa es que unos profundizamos en esa
capacidad de valorar la sensibilidad y otros hacen caso omiso de
ella; incluso muchos, la mayor parte, y cada vez más, intentan acabar
con esa capacidad. Yo creo que artistas somos todos en cuanto tenemos
una mínima capacidad para apreciar algo que valga la pena en la vida,
y tener una visión más o menos personal de las cosas. Luego dependerá
de que desarrolles esa capacidad o no.
…Al hilo de esto, ¿no cree que una de las razones de la crisis social
tiene que ver con que haya habido cada vez más miedo a confrontar
ciertos aspectos de su vida interior? Eso del "no me rayes" al que
tanto se han venido aplicando algunas generaciones, por ejemplo.
Eso es una novedad que no ha ocurrido nunca en la historia. Eso de
acceder a bienes culturales, no como producto sino como bienes,
siempre fue algo positivo y algo a lo que todo el mundo tenía deseos
de acceder. Hay una novedad de los últimos tiempos, que es fomentar
el desprecio hacia ese deseo de cultura. Siempre, desde que el ser
humano existe, ha tendido a tener más conocimiento. Y la novedad de
las últimas décadas es que la sociedad de los mercados ha conseguido
fomentar la despreciable idea de que el conocimiento (no la
información: el conocimiento) es algo prescindible. Algo que sobra y
que no produce beneficio. Eso es nuevo en la historia. De hecho, en
EEUU la palabra cultura prácticamente no existe: es entretenimiento,
entertainment.
Lo serio, o profundo, como sinónimo de aburrido.
Eso es. La búsqueda de la felicidad la han derivado al consumo,
cuando la felicidad siempre debería ser consecuencia de aproximarse
al máximo a lo que debe ser la razón de ser de vivir. Y eso queda
absolutamente desplazado porque no es productivo. Esa sabiduría que
invocaban las culturas mediterráneas, de Grecia, de Roma. Las élites
culturales –por llamarlo así–, los ámbitos más preocupados por la
sensibilidad y el sentido de las cosas, siempre han sido
minoritarios, y la estupidez siempre ha estado ahí. Lo que pasa es
que ahora la estupidez tiene categoría de academia, antes no. Antes,
y salvo excepciones, la audiencia era corta porque no había medios ni
plataformas para el acceso a esa sensibilidad; ahora tenemos todos
los medios, pero operando para todo lo contrario. O sea, no se te
ocurra aproximarte porque dicen los estúpidos que eso es una
estupidez que no produce beneficios… Y vivimos en una auténtica
macrodictadura de mafias financieras, de bancos desatados, de lobbys,
que nos están imponiendo un espacio histórico demencial. Y está
prevaleciendo ese criterio. O descriterio. O contracriterio.
La cleptocorporatocracia [neologismo de su cosecha para definir el
Panorama].
Cleptocorporaciones que tienen como objetivo comprar países, comprar
continentes, propiedad privada, sí. Y el resultado es éste: una
sociedad que aterra. Yo soy incapaz de pensar en lo que puede ser
esta sociedad de aquí a veinte años. Si sigue así, un auténtico
horror. El ser humano habrá desaparecido. Y es curioso que haya tanta
moda de películas de zombies. No es gratuito; yo creo que la sociedad
perfecta para los intereses de esta economía global es que seamos
todos unos muertos andantes. Ahí quieren que vayamos. Estamos ahí ya.
China es la sublimación de esa sociedad de consumo en la que el ser
humano es un personaje que trabaja 18 horas al día, que apenas vive,
cobrando unos sueldos de miseria, sin capacidad ninguna de tener
cierto tiempo para reflexionar. Por ahí va el tema. A mí me produce
una angustia tremenda, no por mí ya sino por mis hijos y por las
generaciones que vienen.
Recuerda esto que dice la canción de Leonard Cohen [que él mismo
versionó], The future. Todo va a arder…
Es una de mis favoritas. Siempre me han acusado de pesimista, pero
siempre lo rechazo: en todo caso escéptico, sí. He intentado mantener
una cierta lucidez sobre lo que iba sucediendo. Pero pesimista no:
pesimista es el que saca la bandera blanca y dice esto se ha acabao;
el escéptico es activo, el pesimista se rinde.
Visto lo visto, ¿cabe alguna esperanza en el panorama político?
Creo que eso que llamaron PIGS, o países del Sur –y yo incluiría a
Francia–, o actuales protectorados de Alemania, deberíamos salirnos
de Europa –no salirnos, porque somos Europa, que es una palabra
griega–, desvincularnos de esta Europa de los mercaderes, y hacer un
acuerdo con nuestros socios naturales de América Latina, que es donde
se habla el grecolatino. Porque, qué coño hacemos aquí, sino ser los
chinos de la economía del norte. Todo ha sido una gran trampa… Pero
es que el poder está lleno de arribistas, de parásitos, que ven en la
política su modus vivendi; unos mandados con el único objetivo de
llevárselo crudo. O sea, que el que vale, vale, y el que no, a
político. No hay patriotismo, ni sentido de Estado, ni sentido
histórico, ni nada… Claro que también es nuestra responsabilidad, sí,
en tanto en cuanto votamos; más culpables somos nosotros. Les damos
crédito. La culpa es nuestra.
¿Echa de menos largarse a París de vez en cuando, como cuando era
joven?
Estuve hace poco, de hecho, y París ya no es lo que era. Sólo queda
un bonito museo… París era lo más próximo que teníamos para respirar
otros aires, en vista de que aquí había un régimen que asfixiaba
cualquier curiosidad distinta a la impuesta. Yo estudié en un colegio
de hermanos de Lasalle americanos [en Manila, hasta los 11 años,
donde trabajaba su padre]; eran hermanos, no curas; más abiertos
evidentemente que los de aquí, que eran franquistas todavía. Aquí
eran curas de misa diaria.
Debió de ser fuerte el contraste. ¿Qué España se encontró al llegar?
Una país oscuro, lleno de tullidos en la calle. Con miseria. Era como
el blanco y el negro; no es que aquello fuera el paraíso ni mucho
menos, pero era otra perspectiva de la realidad, era como meterte en
el Medievo, en tiempos de la Inquisición… España lamentablemente ha
sido el país de las contrarreformas. Somos especialistas en
inquisiciones. Y hemos pasado de ser un pueblo de la meseta, perdido,
a pensar que estamos en Nueva York, sin haber pasado por la
Revolución francesa. Viene la República, e inmediatamente una
dictadura oscurantista, vuelta otra vez a la ignorancia. Somos un
país de artistas geniales, de investigadores geniales, pero al mismo
tiempo un país muy mediocre, muy pacato, muy suicida, muy cainita,
muy saturniano en cuanto a que devora siempre a sus mejores hijos. Y
eso prevalece. Quizás por esa gran influencia de la Iglesia, nefasta,
que ha fomentado siempre un pensamiento muy mediocre. Aquí hemos sido
más papistas que el papa. Y la gente más brillante ha tenido siempre
que irse afuera. A trabajar fuera o a morir fuera. Uno de mis
poemigas dice: "España de mis amores, cuánto te odio". Y me pasa eso:
es un país bellísimo, con una gente esencialmente estupenda, pero
condenada a la mediocridad histórica.
El enemigo dentro, para variar…
Creo que el gran-gran enemigo es la estupidez. Porque no hay peor
perverso que el perverso estúpido. Hasta la perversión es
comprensible. La estupidez no. Y creo que en esta vida se trata de
evitar como a la peste la estupidez; con todas las contradicciones
que depara la vida, navegando en tus luces y tus sombras, pero
intentando vivir, y sin esa gente que repudia el tener consciencia de
lo que representa la vida… La estulticia es lo que hay que erradicar.
Pero estamos en un mundo que desprecia el conocimiento, la poesía, la
magia. Y es que Lucifer es mucho más inteligente que sus acólitos.
Los acólitos son los que gobiernan el mundo ahora. Ni siquiera
Luzbel, que tiene ansias de divinidad: no, son los acólitos los que
medran en el infierno. Los mandados que están ahí, quemándote el
culo, a ver si quemando más, cobran más.
http://www.eldiario.es/andalucia/Aute-perfecta-intereses-economia-
andantes_0_177433035.html
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