Payasos asesinos del espacio exterior
Los ochenta disfrutaron de la mejor ironía posmoderna, una ironía ajena a la pedantería de los noventa, durante los cuales al parecer el mundo se dividió entre indies "conocedores" y chusma mailstream.
En los ochenta como que había gente que hacía lo que le salía de los cojones, sin importarle mucho que su producción tuviera un mensaje o una afiliación estética o lo que sea, y lo mejor del cuento es que resultaban segundas lecturas bastante jugosas.
No estoy diciendo con esto que nos encontremos ante una película de autor, más bien cine de culto underground, de diversión fácil, personajes planos, efectos de serie b, pero con una propuesta diferente: payasos alienígenas de un humor negro -o tal vez verde, dado el color de su sangre-, cuyos pasos dejan huellas de colores, que matan usando armas que disparan palomitas de maíz -que a su vez se convierten en monstruos-, que hibernan a los prisioneros en crisálidas de algodón de azúcar... en fin, todo un festín circense de frikiadas alienigenas.
Excelente la parte donde el policía facista y no creyente es convertido en una especie de muñeco de ventrílocuo muerto.
Para entretenerse un rato.
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