Piedad Bonnet.
Pecado original
Has olvidado
aquel antiguo mar en que flotabas
entre el silencio y el latido; el agua
primera, sin memoria, dulce tumba
donde el ay no erizaba aùn sus mil puntas.
Has olvidado
la voz que te expulsò del Paraìso.
-Sabemos de aquel hùmedo tiempo con la fe
con que se dice una oraciòn. Y hay algo
en nuestro cotidiano desamparo
que se empecina en èl, que busca ansioso
su eternidad, su abrazo sin preguntas-
Pero no desfallezcas. Allà detràs de todo
hay otro mar (¿o el mismo?) que te espera.
¿Què corazòn me digo, latirà en su penumbra?
***
Señales
La luna brilla con ese furor ciego
que es señal inequìvoca
de que ha llegado el tiempo fèrtil del sacrificio.
Huele a la piel rayada de los tigres,
a orquìdea que se abre,
al humus que comienza a oscurecer la lluvia.
En un sueño de rìos y serpientes
naufraga la muchcha envuelta en llanto
y sus pechos recientes se estremecen
con un temblor antes desconocido.
La muñeca que abraza tiene los ojos muertos.
Y el àngel de la guarda
marca una cruz con sangre sobre sus muslos blancos.
***
Nocturno
Mi noche es como un valle reluciente de huesos.
La piel, arena, sìlice.Los labios agrietados.
Una cruz de ceniza sobre el vientre desnudo.
Heme aquì entre malezas, en medio de rastrojos,
muerta de cara al techo de la alcoba,
con la luna bailando en la pupila
y el corazòn como una liebre herida
que persiste en vivir. Quizà algùn dìa
un enjambre de abejas fabrique su colmena
cerca de mì. Quizà algùn dìa
me despierte el zumbido de su vuelo
sobre mis ojos, sobre mi garganta
y reverbere el cuerpo, luminoso, como un mar que cantando alza sus olas.
***
Terca señal
En un rincòn de la mañana,
bajo el lìvido sol, como una ampolla
de la hirviente ciudad,
los excrementos:
terca señal de que allì estuvo un hombre
¿Què fantasìas poblaràn sus sueños?
***
A quièn agradecer
A quièn agradece
la sabia geometrìa de tu oreja,
su lòbulo d eluz y la firmeza
de sus surcos de sombra,
y el deseo, que es una llamarada que se enciende
en la gruta de felpa
donde encierran su enigma tus màs perversas mùsicas.
***
Rindiendo cuentas
Por cada latigazo en el rostro,
por cada golpe de la espuela y cada gota de sangre,
nace una palabra, verde y brillante.
Un pequeño jardìn de tinta abre sus hojas, con callado vigor va dando savia al dìa.
La vergüenza contempla, con su cara biliosa, la innoble transacciòn, el triste pago,
las uñas impecables del verdugo.
Piedad Bonnet.
Editorial Norma,S.A, Bogotà, 1996.
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