Rock N Roll, faire l´amour hasta divertirnos.
No tenemos pretensiones definitivas. Nos ocupamos de vivir solamente. Es nuestra mejor aspiración. Nos aburrimos artificialmente hasta más no poder, tomamos helados, vamos a cine, caminamos por las calles interminablemente, pasamos por las iglesias tibias y penumbrosas, miramos burlonamente los semáforos, oímos discos en algún apartamento, salimos a caminar por las afueras de la ciudad, nos distraemos en los arrabales, nos deleitamos en las barriadas proletarias, charlamos sobre las cosas, hasta volvernos idiotas. Nos enamoramos los unos d elos toros. Nos apreciamos en común. No nos preocupamos de nada a fondo, vivimos sin pensar como extraños animalitos. Reunimos algunos billetes y nos hacemos un surboum irreprochable. Nos gusta robar cositas, cucharitas preciosas en las heladerías, ceniceros. Hacemos cosas malas. De todos modos nuestra vida no tiene importancia para nadie ni siquiera para los que vivimos uno al lado del otro.
El yacente de Mantegna
No me dedicaba a a algo en particular, mi fuerte era vivir, percibir los alimentos, caminar por las barriadas, habalr poco, decir lo justo, era todo un aburrimiento pero una gran libertad. Las cosas violentas me parecían banales, (...) y así mi vida, la vida de cada uno de mis días se convertía en un intangible acuario de emociones débiles, pero único, unido -había unidad efectiva y hasta formal-. Había llegado el momento en que no tenía metas ni fines, ni pretensiones especiales, era como un solo plano.
Amilkar Osorio.
El Yacente de Mantegna.
Editorial Universidad de Antioquía, Medellín, 1986.
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