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Caràtulas de discos

Durante prácticamente todo el siglo XX, el soporte más popular y de mayor calidad para

la música grabada ha sido el disco de vinilo. Nunca la música había podido ser almacenada tan exhaustivamente como para llegar a constituir un fondo histórico documental de primera mano, como el que hoy en día tenemos a nuestro alcance, para conocer la cultura musical del siglo pasado. Tampoco podía preverse que los envoltorios de esos soportes adquirieran con los años la categoría de soportes de arte por sí mismos y que su lectura aportara tantos o más datos que la escucha de los contenidos que presentan.

 

Victor Nubla

 

Màs en macba

Si es cierto que no se juzga un libro en función de sus tapas, ni un disco por el dibujo de su portada, es necesario reconocer que una bonita imagen, una buena fotografía o un dibujo meritorio, ayudan de manera inequívoca a que el futuro oyente se sienta atraído notablemente por el mensaje que la portada transmite. A veces la portada y el grafismo ayudan a realzar la calidad musical que envuelve, otras veces el disco está muy por encima del diseño de la portada, pero cuando ambas cosas coinciden, el coleccionista sabe que tiene en sus manos una autentica obra de arte.

     La historia de la portada del disco de jazz comienza en una fecha en la que ésta música era hegemónica en la sociedad norteamericana, y un autentico fenómeno de masas entre la juventud que bailaba al ritmo de las grandes orquestas de swing. En 1939, un director artístico de Columbia Records, una de las grandes discográficas de todos los tiempos, llamado Alex
Steinweiss, tiene repentinamente la intuición brillante que los discos de 78 revoluciones, si se envuelve en una funda ilustrada, serían mucho más atractivos que los feos y vastos sobres en papel grueso de traza de color marrón o gris, perforados en el centro, y en los cuales figuraban simplemente, en un estilo simplón y desprovisto de todo adorno, el nombre del músico y su obra. En adelante, estos tristes embalajes, llamados burlonamentes "tombstones" en los medios de la producción fonográfica, fueron condenados a desaparecer del mercado poco a poco. En 1947, con la salida al mercado del Long Play (LP), Alex Steinweiss sacará a la luz la primera portada ilustrada de un álbum de larga duración para el sello Columbia y ése modelo de envolver el disco, será imitado por todas las casas discográficas de la época, y durante mas de cuarenta años, todos los álbumes que aparecieron lo hacían ya con la célebre idea de Alex. El propio Steinweiss, compondrá durante su prolífica carrera de diseñador, más de 1000 portadas distintas, algunas de ellas memorables para la música de jazz.

 

Esto en apolo y baco

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