El laberinto

Icaro juega en el laberinto, anclado a la incertidumbre, espiando los preparativos de su padre. Sabe que en cuanto emprendan el vuelo, el pdre morirà, sumarà sus cenizas a las piedras al fondo de los abruptos acantilados de la tierra junto al mar, y èl deberà seguir volando solo. Lo sabe, ha soñado con ello noches enteras.

Pero al mismo tiempo el vuelo es su mayor tentaciòn, su anhelo primero.

Si supiera un rito que realizar, una oraciòn que susurrar a los inexorables dioses...

 

Dèdalo se sienta a la puerta del laberinto por las tardes. Enciende un cigarrillo y mira a su hijo que parece volar mientras juega, y desea escapar, añora las piedras al fondo de los abruptos acantilados de la tierra junto al mar, las ciudades blancas, la suave lìnea de las ànforas de vino...

 

¿En què pensarà mi padre mientras sueña?...

 

¿En què soñarà mi hijo mientras juega?...