El enemigo
Era el peor enemigo de mì mismo. No habìa nada que deseara hacer que no pudiese igualmente dejar de hacer. Aun de niño, cuando no me faltaba nada, deseaba morir: querìa rendirme, porque luchar no tenìa sentido para mì. Consideraba que la continuaciòn de una existencia que no habìa pedido no iba a probar, verificar, añadir ni substraer nada. Todos los que me rodeaban eran fracasados o, si no, rìdiculos. Sobre todo, los que habìan tenido èxito.
Henry Miller.
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