Blade runner
El domingo pasado le echè otra mirada a esa delirante pelìcula que es Blade Runner.
Independiente de toda la tinta -y caracteres electrònicos- que se han gastado alabando o denigrando este film, hay algo que me llama poderosamente la atenciòn: el fetichismo enrarecido en torno a los ojos que se muestra a lo largo de todo el metraje: primeros planos de ojos mientras los blade runners hacen sus pruebas, la fàbrica de ojos donde Roy va en busca de pistas, las protesis oculares que, con su cruel humor, se coloca sobre sus ojos a manera de màscara cuando solicita la ayuda de Sebastian, y la sicopatica forma en que destroza los ojos y la cara del viejo Tyrell; y esa dualidad entre juguetes y replicantes que existe en casa de Sebastian: los juguetes estàn tan vivos como los replicantes Nexuss 6, ¿què los diferencia? ¿sus supuestos sentimientos?; y la escena donde Deckard va a la caza de Pris, quien se hace pasar por uno de los tantos juguetes de Sebastian, y el blade runner debe correr el riesgo de acercarse demasiado para poder saber si es una replicante o no.
En alguna parte oì que Freud escribiò que cuando niños anhelamos que los muñecos con que jugamos cobren vida, pero que cuando crecemos, nos aterra por completo esta posibilidad...
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