Agonìas
De vez en cuando siento la necesidad de derrumbarme y de estar solo, a escondidas de mi propio corazòn que late asustado, oculto de mi voz que no cesa de decirme que deje de quejarme y acepte lo que tengo, que tome mi vida entre mis manos y la abrace con fuerza hasta abrasarla, para que el viento no arrebate jirones de tela en la pile de ese alfeñique, mitad bufòn, mitad espantapàjaros, que navega a la deriva...
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Jim Morrison pedìa "grandes eyaculaciones doradas", pero no somos màs que monigotes abortados, con sueños acotados por una enorme imposibilidad y sonrisas de sarcasmo.
La verdadera pesadilla es habernos dotado de libre albedrìo. Nuestros padres, embebidos en la tele, prefirieron dejarnos a la deriva y que fueramos nosotros mismos quienes encontraramos las respuestas que ellos no pudieron -o no quisieron- hallar.
"Oh, y ahora ¿quièn podrà defendernos?"
Iniciamos un fuego que ahora no sabemos còmo apagar. El destino pasarà factura. Ojalà nuestros padres alcancen la jubilaciòn y puedan pagar esta deuda por nosotros...
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