Poesìa colombiana
Desconfianza
Llevo un animal agazapado en la espalda
Tus semejantes te causan daño
Desconfías de su larga lengua
de la pulcra corbata de la risa entre dientes
Todos dicen estar en lo cierto.
Caballero impecable: una mosca posa en tu nariz.
Camino de lado a lado
No doy la cara a nadie
La sombra que me acompaña me agobia,
sólo deseo que el animal agazapado
salte de una vez por todas.
Eugenia Sanchez.
Pasar a través del manto lluvioso
Yo camino extranjero
en una ciudad enemiga
yo espío lo que hacen
bajo los árboles de concreto
con frutas anaranjadas
alguien que ha respirado
toda la noche al lado mío
me llama
esquivan sus palabras como serpientes
las dagas de agua
ahora
casi huyendo
el cuerpo contraído por el frío nocturno
vuelvo
esa amada institutriz del tacto
me espera
para mi primera lección entre sus piernas.
Javier Naranjo (1956)
***
¿Qué dice el pronóstico del tiempo
para las vastas ciudades amuralladas de la carne?
el corazón
está igual
fastidiado por haber arrendado su cuarto más recóndito
yo
estoy igual
indemne como la bestia de humo
tras el más cruento combate
esto no me hace diferente
este pobre contrabando de sed
no altera a nada
ni a nadie
me escurro descarnado en medio de soles y lunas cenagosas.
Alguien que me espera
al otro lado del espejo
se robará mi rostro
y hombres extraños me nombrarán rey vitalicio
de la sombra
en un salón de espejos negros.
Seré entonces la cara que esconde el dado,
una moneda de cristal sin cara o más,
chófer a sueldo de un autobús de lejanías.
Se me impondrá el oficio:
coleccionista de estrellas perdidas
en una selva virgen
Recolector de hojas secas
en un país imaginario,
fabricante de puentes invisibles,
violinista de la tristeza,
Extranjero.
Gabriel Jaime Franco (1956)
***
Va usted a verse en el espejo
Y de pronto se ve como usted es
Y no se había visto:
Pequeño
Mezquino
Feo hasta el miedo
Con los ojos saltando como pulgas
En su mirada avara
De pronto se ve usted desnudo
Sin más defensa que la rabia
O el veneno.
Esclavo
Mi corazón lo vendo por un beso. Mi honra por menos. Quién me lava la ira que me cubre? Qué párpados se mantendrán abiertos a la vista de mi pecho esclavo?
Alberto Vélez (1957)
***
Vivo invadido
los que me cercan dicen parecérseme
susurrando desde el fondo del cráter
escarnecido que persevera
taladrados los huesos por filosas mandíbulas
Aparento estar vivo
arrastrando cadenas : mudas campanas de la infancia
El vacío me llama:
el de cada noche
el de cada palabra.
Busco perderme en el silencio del sótano
el canto me recupera haciéndome danzar
Es la guerra: agudos puñales
ebrios al contacto de la carne.
Carlos Enrique Vasquez. (1953)
***
Ilusión óptica
Nadie mejor que el leproso
conoce nuestra mala puntería
con su raído sombrero
nos hace creer que dimos en el blanco,
cada moneda es un dardo hacia su llaga.
Gustavo Adolfo Garcés. (1957)
Disidencia del limbo.
Selección y nota: Juan Manuel Roca.
Editora Cosmos Ltda., Bogotá, 1981.
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