Poemas de Giovanni Quesseps
No des paz a tu reino
No des paz a tu reino
entre escudos de bronce voladores
De noche, los geranios
que tocan el alféizar,
dejan hojas o lámparas insomnes
color amarillo de un tiempo que se va, se ha ido.
Cantarela del bosque.
Pero, aún hay en ellos
frutos desconocidos de otra hora,
que invaden y nos mienten
con su llama de polvo.
Oh tú que en la penumbra
sueñas tu historia, ve a los cuentos
que aguardan en la vida y en la muerte
como una primavera que huye y nunca pasa.
Sufre la poesía,
tu purgatorio de mortal espino:
no des paz a tu reino
entre escudos de bronce voladores.
Diamante
Si pudiera yo darte
la luz que no se ve
en un azul profundo
de peces. Si pudiera
darte una manzana
sin el edén perdido,
un girasol sin pétalos
ni brújula de luz
que se elevara, ebrio,
al cielo de la tarde;
y esta página en blanco
que pudieras leer
como se lee el más claro
jeroglífico. Si
pudiera darte, como
se canta en bellos versos,
unas alas sin pájaro,
siempre un vuelo sin alas,
mi escritura sería,
quizá como el diamante,
piedra de luz sin llama,
paraíso perpetuo.
Cercanía de la muerte
El hombre solo habita
Una orilla lejana
Mira la tarde gris cayendo
Mira las hojas blancas
Rostro perdido del amor
Apenas canta y mueve
La rueda del azar
Que lo acerca a la muerte
Extranjero de todo
La dicha lo maldice
El hombre solo a solas habla
De un reino que no existe.
No tenemos conjuros
Lo canta el adivino
Porque ha visto en los sueños
Naves purpúreas
O un jardín remoto
Todo habrá de llegarnos la celeste
Penumbra de un castillo el otro reino
O en la rama florida
De lo real la rosa fabulada
No tenemos conjuros
Quien crea en la leyenda
Puede mirar las nubes
Verá que empieza a detenerse el tiempo.
Tomados de www.eluniversal.com.co/paginas/dominical/domi4.htm
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