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En defensa de la literatura

Un escritor es una persona ordinaria; tal vez sea más sensible, pero las personas muy sensibles a menudo son las más frágiles. El escritor no habla como portavoz del pueblo o encarnación de la rectitud. Su voz es por necesidad débil, pero es precisamente esa voz del individuo la que resulta más auténtica.

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A partir de mi experiencia como escritor puedo decir que la literatura es inherentemente la afirmación que hace el hombre del valor de su propio ser y que ésta se valida durante la escritura; la literatura nace, ante todo de la necesidad del escritor de realizarse. Si ello ejerce algún impacto en la sociedad es algo que viene determinado cuando la obra ya está hecha, y ese impacto no depende en cualquier caso de los deseos del escritor.

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Lo que se conoce como escritor no es más que alguien que habla o escribe, y si es escuchado o leído está al arbitrio de los demás.

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La literatura sigue siendo una forma indispensable de actividad humana a la que tanto lector como escritor se entregan de propia voluntad. De ahí que la literatura no tenga ningún deber hacia las masas.

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Este tipo de literatura que ha recuperado su carácter innato puede llamarse literatura fría. Existe simplemente porque el género humano busca una actividad espiritual pura más allá de la gratificación de los deseos materiales. Por supuesto este tipo de literatura no ha nacido hoy. Sin embargo, mientras que en el pasado debía luchar ante todo contra la opresión de fuerzas políticas y costumbres sociales, en la actualidad la batalla se libra contra los valores comerciales subversivos de la sociedad de consumo, su existencia depende de la disposición a cargar con la soledad.
(…) La literatura fía es aquella que escapará para sobrevivir, es la literatura que se niega a ser estrangulada por la sociedad en su búsqueda de la salvación espiritual. Si una raza es incapaz de dar cabida a este tipo de literatura no utilitaria no es sólo una desgracia para el escritor, sino también una tragedia para esa raza.

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La literatura no es más que el hombre enfocando la mirada a su propio yo, y mientras lo hace empieza a crecer un hilo de conciencia que arroja luz sobre las cosas.
Subvertir no es el objetivo de la literatura;  su valor reside en descubrir y revelar lo raramente conocido, lo poco conocido, lo que se cree conocido pero en realidad no se conoce muy bien de la verdad del mundo humano.

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Cuando escribir me da para vivir o cuando uno está tan absorto en la escritura que olvida por qué escribe y para quién, se convierte en una necesidad; uno escribirá de forma compulsiva y dará a luz literatura. Es este aspecto no utilitario de la literatura lo que le es fundamental. Que escribir literatura se haya convertido en una profesión es un desagradable desenlace de la división del trabajo de la sociedad moderna y un fruto muy amargo para el escritor.

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Si el escritor quiere desafiar a la sociedad debe hacerlo a través del lenguaje y valerse de los personajes e incidentes de sus obras, de otro modo sólo dañará la literatura. La literatura no son gritos furiosos y además no puede convertir la indignación de un individuo en acusaciones.
(…) En realidad este desafío no puede transformar la sociedad. Es tan solo individuo que aspira a trascender las limitaciones de la ecología social y adopta una postura muy poco conspicua. No es, sin embargo, una  postura ordinaria porque se enorgullece de ser humana.

Discurso durante la recepción del premio Nobel en 2000.

Gao Xingjian.

Revista Letra Internacional N° 70, Madrid, 2001.

 

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