La habitaciòn del pànico
David Fincher parece estar dispuesto a demostrarnos, pelìcula tras pelìcula, que las concepciones de seguridad y bienestar con las que la sociedad nos rodea, e incluso nos engatuza, son tan fràgiles como todo en la condiciòn humana.
En La habitaciòn del pànico, la seguridad y protecciòn que nos brinda nuestra propia casa -nuestro propio yo-, se ven repentinamente amenazadas, puestas en duda, y la ùnica manera de preservar un poco la integridad es aislandonos, violentando la convivencia, sacrificando la comodidad en aras de la supervivencia.
En una sociedad acostumbrada a "verse", a "mirarse" como espèctaculo muchas veces intrascendente, como mero entretenimiento -Jaded Leto hace una alusiòn a la serie televisiva McGyver, cuando Forrest Whitaker intenta amedrentar a sus encerradas vìctimas con un cilindro de gas, y luego el mismo Whitaker ironiza sobre el actor Joe Pesci en sus papeles de gangster-, pasamos a la pantalla vigilante, a esa especie de Gran Hermano angustiado que observa como su pretendida seguridad se viene abajo -un poco Sliver de Phillip Noyce pero al revès-, hasta el momento en que Jodie Foster rompe todas las càmaras de la casa en su afàn por salir vivos, ella y su familia, de una situaciòn extrema.
Sin embargo, La habitaciòn del pànico no alcanza las mismas cotas de dramatismo e ironìa o extrañamiento de pelìculas anteriores.
Sus personajes no sufren transformaciones tan radicales -el personaje interpretado por Foster al principio demuestra cieta tendencia a la claustrofobia que despuès no vuelve a aparecer- , ni encontramos esa irrefrenable fatalidad que niega los finales felices. El de esta pelìcula casi lo es, con la inquietud que deja pensar que la ùnica manera de mantenerse indemne al interior de esta sociedad, resulta ser casi invisible...
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