Sermón contra Jesús.
Cultiva una risa saludable para espantar las enfermedades del espíritu: suicidio y locura.
Los que hacen melodramas con la Literatura terminan en el Calvario, la droga, el manicomio. Porque la peor locura del hombre es amar al hombre, salvarlo. Pues el hombre es irredimible.
La risa sigue siendo mi tabla de salvación para no caer al precipicio (evasión y muerte), y preservar un mínimo de optimismo vital necesario al espíritu.
A los futuros Calvarios hay que subir en helicóptero para evitar delirios redentores y , de paso, la caída.
¡Basta de masacres y horrendos martirios!
Jesús ahogó en sangre el Espíritu. Aún nos aplasta la crueldad de su cruz. Su dolor nos esclaviza a la piedad, nos hace cómplices culpables de su revolución fracasada. Víctimas de su idealismo que ya dura 20 siglos sin Sol.
Es hora que estalle la aurora de una conciencia libre, hija del Universo, sin chantajes ni terrores metafísicos, sin remordimientos ni esperanzas, sin verdugos ni crucificados.
Desclavemos al Mártir de su símbolo oxidado, despertemos de su sueño imposible. Sólo así la humanidad podrá salvarse de su Salvador.
La luz cristiana cumple dos mil años de arrodillar el alma, esterilizarla en la ilusión, el arrepentimiento. Hemos vivido infernalizados en la expiación, el miedo, la castración del espíritu, el complejo deicida. Su moral ha embarrotado la conciencia del hombre, atándolo a los laberintos ciegos de la razón, retardando su fulgurante despertar cósmico.
Avasallados por ídolos de oro y santos de palo, limosneando perdón y misericordia a deidades misteriosas, tiranas, a cambio de la más cobarde traición a la tierra y al hombre mismo. ¡Basta del terrorismo celestial! Todos los altares son patíbulos. Todas las iglesias son tumbas. Los sacerdotes son mercenarios de Dios o del Poder.
Vivimos en los subterráneos de la mente, ser-vil-mente, a la sombra del Hombre, ocultándonos de él. El fantasma de Cristo empavorece las almas, eclipsa la Tierra. Aún no hemos asomado la verdadera cara al verdadero Sol.
Amigo Jesús: me saco tus clavos, deja ya de atormentarme con tus promesas. Devuélveme la tierra y el ímpetu solar. Quédate con todo el Cielo. Yo te perdono por querer redimirme. Perdóname tú por hacerte sufrir.
Descendamos juntos del Peñasco, mi buen crucificado, y vámonos por las praderas en busca del Sol. Respiremos el aire purificador, lavemos nuestras heridas en el lodo de los cráteres, en los mansos lagos; despojémonos de ilusiones y paraísos, exprimamos el jugo de los trópicos, reventemos la coraza del almendro y comamos su corazón de carne. Acostémonos sobre la hierba a contemplar este crepúsculo que puede ser el último de la tierra y el primero de nuestro nacimiento cósmico.
...Te he querido tanto, mi pobre Redentor, pero debo dejarte, salvarme solo. Olvídame, yo también te olvidaré.
Del dolor que me dejaron tus clavos brotarán alas en mi espíritu. Me esperan mundos boreales, alboradas en otros planetas, músicas desconocidas, barcas de adorables monstruos, alondras que vuelan sobre la gravedad de Newton, emplumadas serpientes diseminando cantos floridos en el firmamento de los Rayos Gamma. ¡Aleluya, la Tierra resucita, nada está vacío de Dios, todo está poblado de vida eterna! Su eterno rumor es un canto de cuna que despierta los cielos y enciende los astros apagados. ¡Yo mismo soy un planeta muerto en la noche racional, en busca de la Luz Demente donde todo ES en incesante reflujo bajo el relámpago exterminador!.
Adiós, carpinterito, toma tu cruz y déjame. Tus idealismos me tuvieron crucificado 20 siglos viejos. Me arranco tus clavos, me libero,. No doy la medida del hombre. Me voy a fertilizar la carne con polen de planetas vírgenes.
El Universo es mi destino y mi lecho. Mi conciencia se desnuda de viejos harapos, de tus virtudes descarnadas. Estoy listo para las Nuevas Fornicaciones. Que me preñe el Ojo Centella del Dios Terrible. Que rujan en mi mente los orgasmos de Dios.
Quiero morir definitivamente ¡ en lo que Ser!.
Gonzalo Arango
Los que hacen melodramas con la Literatura terminan en el Calvario, la droga, el manicomio. Porque la peor locura del hombre es amar al hombre, salvarlo. Pues el hombre es irredimible.
La risa sigue siendo mi tabla de salvación para no caer al precipicio (evasión y muerte), y preservar un mínimo de optimismo vital necesario al espíritu.
A los futuros Calvarios hay que subir en helicóptero para evitar delirios redentores y , de paso, la caída.
¡Basta de masacres y horrendos martirios!
Jesús ahogó en sangre el Espíritu. Aún nos aplasta la crueldad de su cruz. Su dolor nos esclaviza a la piedad, nos hace cómplices culpables de su revolución fracasada. Víctimas de su idealismo que ya dura 20 siglos sin Sol.
Es hora que estalle la aurora de una conciencia libre, hija del Universo, sin chantajes ni terrores metafísicos, sin remordimientos ni esperanzas, sin verdugos ni crucificados.
Desclavemos al Mártir de su símbolo oxidado, despertemos de su sueño imposible. Sólo así la humanidad podrá salvarse de su Salvador.
La luz cristiana cumple dos mil años de arrodillar el alma, esterilizarla en la ilusión, el arrepentimiento. Hemos vivido infernalizados en la expiación, el miedo, la castración del espíritu, el complejo deicida. Su moral ha embarrotado la conciencia del hombre, atándolo a los laberintos ciegos de la razón, retardando su fulgurante despertar cósmico.
Avasallados por ídolos de oro y santos de palo, limosneando perdón y misericordia a deidades misteriosas, tiranas, a cambio de la más cobarde traición a la tierra y al hombre mismo. ¡Basta del terrorismo celestial! Todos los altares son patíbulos. Todas las iglesias son tumbas. Los sacerdotes son mercenarios de Dios o del Poder.
Vivimos en los subterráneos de la mente, ser-vil-mente, a la sombra del Hombre, ocultándonos de él. El fantasma de Cristo empavorece las almas, eclipsa la Tierra. Aún no hemos asomado la verdadera cara al verdadero Sol.
Amigo Jesús: me saco tus clavos, deja ya de atormentarme con tus promesas. Devuélveme la tierra y el ímpetu solar. Quédate con todo el Cielo. Yo te perdono por querer redimirme. Perdóname tú por hacerte sufrir.
Descendamos juntos del Peñasco, mi buen crucificado, y vámonos por las praderas en busca del Sol. Respiremos el aire purificador, lavemos nuestras heridas en el lodo de los cráteres, en los mansos lagos; despojémonos de ilusiones y paraísos, exprimamos el jugo de los trópicos, reventemos la coraza del almendro y comamos su corazón de carne. Acostémonos sobre la hierba a contemplar este crepúsculo que puede ser el último de la tierra y el primero de nuestro nacimiento cósmico.
...Te he querido tanto, mi pobre Redentor, pero debo dejarte, salvarme solo. Olvídame, yo también te olvidaré.
Del dolor que me dejaron tus clavos brotarán alas en mi espíritu. Me esperan mundos boreales, alboradas en otros planetas, músicas desconocidas, barcas de adorables monstruos, alondras que vuelan sobre la gravedad de Newton, emplumadas serpientes diseminando cantos floridos en el firmamento de los Rayos Gamma. ¡Aleluya, la Tierra resucita, nada está vacío de Dios, todo está poblado de vida eterna! Su eterno rumor es un canto de cuna que despierta los cielos y enciende los astros apagados. ¡Yo mismo soy un planeta muerto en la noche racional, en busca de la Luz Demente donde todo ES en incesante reflujo bajo el relámpago exterminador!.
Adiós, carpinterito, toma tu cruz y déjame. Tus idealismos me tuvieron crucificado 20 siglos viejos. Me arranco tus clavos, me libero,. No doy la medida del hombre. Me voy a fertilizar la carne con polen de planetas vírgenes.
El Universo es mi destino y mi lecho. Mi conciencia se desnuda de viejos harapos, de tus virtudes descarnadas. Estoy listo para las Nuevas Fornicaciones. Que me preñe el Ojo Centella del Dios Terrible. Que rujan en mi mente los orgasmos de Dios.
Quiero morir definitivamente ¡ en lo que Ser!.
Gonzalo Arango
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