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Poema de Alejandro Acosta

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El sueño persigue trazas de flechas,

 

lanzas de extravío, siluetas
en campos de otros días.
No son sombras.
Son hombres
que bajan a beber en aguas de un río de escombros
cuando braman las cornetas a la luna.

 

Hoscos,
hueros de Dios,
traslúcidos,
deambulan y se entristecen
como imbéciles
fantasmas de unos sueños perdidos,
todos vencidos,
todos degollados,
maltrechos por alegres hachas,
por el mal arcabuz
y la peste.

 

La lluvia lame con un áspero aliento de olvido
blandos cráneos que miraron el mundo
mientra el olor de la sangre a mareos ascendía.

 

No son sombras,
ni pájaros negros contra el asfalto,
ni adustos árboles que flotan cintas
en la oración desierta de pilpintos.

 

Son abuelos de abuelos de abuelos
que caminan a través de nosotros,
parsimoniosos y flacos como mulas.

 

Late un corazón si el cuchillo lo arrima al fuego.

 

Alejandro Acosta (Argentina)

 

Tomado de www.zapatosrojos.com.ar

 

 

 

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