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Afrenta de la muerte

Afrenta de la muerte

"La Muerte, acompañada de sus seis hijos..."
Evangelio de Bartolomè
(Recensiòn Copta)

He aquì que de repente aparece la Muerte
acompañada de sus seis hijos,
de los cuales tres son varones y tres son hembras.
Yo la miro fijamente y la escupo en la cara,
y ella me lanza una palabrota por debajo de su manto raìdo.

-Mala Muerte, mala Muerte:
si yo te preñè seis veces
te puedo preñar las siete.

Cuando yo estaba enfermo vino el Gran Visir a mi alcoba con sus seis amantes,
de los cuales tres son varones y tres son hembras,
y abriendo la puerta a las tres de la madrugada,
los echò desnudos sobre el tapiz, a los pies de mi cama,
y cohabitò con ellos al borde de mi fiebre.
Despuès yo tuve que ponerme a pelear con la Muerte, hasta que se estuviera callada.

-Mala Muerte, mala Muerte:
Si te preño siete veces
te puedo preñar las nueve.

El dìa que lleguè al puerto para tomar posesiòn del barco en que habrìa de dar la
la vuelta al mundo,
la Muerte, con un pañuelo rojo atado al brazo, quiso echarme al mar por la pasarela,
y tuve que darle una patada en la boca.
Pero ella me esperaba siempre en los cuatro puntos cardinales
acompañada de sus seis hijos, de los cuales tres son dèbiles y tres son gigantes.

-Mala Muerte, mala Muerte:
Si te preñè en Nueva York
te preño en Alejandrìa.

La Muerte me perseguìa por toda la cordillera de los Andes con su maletìn negro en
la mano.
La Muerte andaba detràs de mì por los pasillos del Banco de Londres y Montreal Ltda.
La Muerte me acechaba en las avenidas de Rìo de Janeiro disfrazada como un vendedor
de esencias.
La Muerte llena de impaciencia, mordìa uno a uno los ciento veinte dedos de sus
seis hijos,
de los cuales tres son bizcos y tres tienen el labio partido.

-Mala Muerte, mala amiga:
Si yo te preñè de noche
te puedo preñar de dìa.

La Muerte me manda paquetes postales ahumados al apartado aèreo nùmero 5094,
la Muerte introduce amenazas anònimas por debajo de la puerta de mi casa en el
nùmero cuatro de la calle 14,
la Muerte me espera en las escaleras, en las bocacalles, en los grandes almacenes
de especias,
la Muerte me manda razones con el juez, me escribe insultos con carbòn en las
paredes.

-Mala Muerte, mala esposa:
vivo o muerto da lo mismo,
te preño de todos modos.

La Muerte le habla mal de mì a los vecinos, me empuja en el bus, me espera a la
salida de los cines,
la Muerte me oculta las recetas del mèdico, me derrama la leche, me esconde las
medias,
la Muerte manda a sus hijos a que me tiren piedra, que se burlen de mì, que me
muestren la lengua,
la Muerte obstruye las cañerìas de mi casa, se orina en el zaguàn, abre goteras
en el techo.
Es evidente que la Muerte me persigue, ¿no les parece a ustedes?

 

 

Jaime Jaramillo Escobar

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